jueves, 4 de octubre de 2012

¿Intelectual orgánico o intelectual tradicional?


¿Qué diferencia hay entre intelectual orgánico e intelectual tradicional?
Un intelectual es aquella persona que dedica una parte importante de su actividad vital al estudio y a la reflexión crítica sobre la realidad. La intelectualidad es el colectivo de intelectuales, agrupados en razón de su proximidad nacional (intelectualidad española, francesa, mexicana, argentina...) o ideológica (intelectualidad liberal, conservadora, progresista, nacionalista, comunista, fascista...).
El término "intelectual" es acuñado en Francia durante el Caso Dreyfus para designar al conjunto de personajes de la ciencia, el arte y la cultura que apoyaban la liberación del capitán judío Alfred Dreyfus acusado injustamente de traición. El término está dotado socialmente de un valor de prestigio. Se entiende que esa actividad dedicada al pensamiento tiene una dimensión y una repercusión públicas que se consideran muy valiosas. El problema que se deriva de ello es que, en muchas ocasiones, la aplicación del término depende del grado de afinidad ideológica, política, etc. que tenga quien lo aplica con respecto de la persona que se esté considerando.
En terminología marxista, particularmente desarrollada por Gramsci, la labor del intelectual es, bien la justificación ideológica de la superestructura político-ideológica existente, en beneficio del predominio social de la clases dominantes; bien su crítica, en beneficio de las clases dominadas. Sobre todo en éste último caso, el intelectual, aun proviniendo personalmente de una clase superior, puede optar por el compromiso con la condición de los más desfavorecidos, trabajando intelectualmente para ellos como intelectual orgánico, lo que incluye su desclasamiento. Así se entendería la posición del propio Carlos Marx. Es más habitual el caso contrario: el desclasamiento de un intelectual personalmente proveniente de una clase inferior que pasa a identificarse con los intereses de la clase dominante.
No obstante, el desprecio y la desconfianza por la condición del intelectual fue una constante del movimiento obrero en general y del comunismo en particular, sobre todo durante el estalinismo, en que el intelectualismo (término a no confundir con el intelectualismo entendido como actitud filosófica) era uno de los desviacionismos perseguidos y reprimidos mediante violentas purgas; oponiéndolo al obrerismo, la valoración de la condición de los que se habían formado en la lucha del movimiento obrero desde el trabajo manual. En el entorno de la española Dolores Ibárruri (La Pasionaria) durante su exilio en la Unión Soviética se acuñó la expresión, utilizada como insulto, intelectuales cabezas de chorlito. Otra similar, muy extendida, era tonto útil. También solía asociarse con el concepto genérico de pequeñoburgués. [1]
De un modo contrario, era elogiosa la expresión compañero de viaje, que no obstante, era también utilizada peyorativamente, sobre todo desde una óptica anticomunista. Propiamente hacía referencia a quien colaboraba estrechamente con el partido, aunque no militara en él.
Ética del intelectual
El intelectual tiene como deber moral educar a todo aquel que se encuentre en contacto con él, sin herirlo. De esta manera lograría de manera efectiva el objetivo de enseñar al ignorante. El intelectual debe analizar de forma crítica y objetiva la realidad de los países y del hombre. Por lo tanto, el intelectual desarrolla su intelecto no como mera vanagloria, sino como una minúscula contribución al progreso del mundo. Muchas palabras, dichos y frases célebres de intelectuales de todos los tiempos han inspirado y seguirán inspirando a personas de una gran diversidad.
Labor del intelectual
El intelectual medita, reflexiona, discurre, se inspira, goza, busca, investiga, analiza, discierne, desmenuza, razona, contrapone conceptos, filosofa, organiza las ideas, proyecta, imagina, especula, atribuye causas a los efectos y efectos a las causas, interconecta fenómenos... en fin, hace uso de las limitadas pero a su vez vastas capacidades de la mente humana.
Mientras se considera que el intelectual trasciende, el mediocre no lo hace. Por ello se plantea el problema: "¿Cómo libramos a los intelectuales de la mediocridad?" No es simple. Se reta a los intelectuales a que empleen su intelecto para resolver esta situación, que persiste no sólo en los intelectuales sino en las personas en general.
Una de las funciones que los intelectuales públicos deben desarrollar es, según Amitai Etzioni, cuidar de las "communities of assumptions" ("asunciones compartidas") que sostienen los ciudadanos. Además de ello, renovar, recrear, rehacer, reconstruir, abrir, imaginar o transformar esas asunciones sociales compartidas que, resistentes al cambio, tienden a rutinizar su existencia en términos de tradiciones establecidas. El intelectual, al abrirse a las interpretaciones alternativas de la realidad, amplía la perspectiva de los ciudadanos y trata de transformar el mundo mediante la palabra.
Por otro lado, Paul Berman ha señalado el problema que tiene para los intelectuales la pérdida de un público atento que escuche, como fueron en su momento escuchados Hanna Arendt, Theodor Adorno, Jean-Paul Sartre, Albert Camus, Bernard Shaw, Ortega y Gasset, etc.
Ambigüedad del término
En España, podría entenderse que el filósofo Julián Marías ha merecido el calificativo de intelectual por una mayoría de conciudadanos. Sin embargo, al acercarse a ámbitos de la realidad más conflictivos, la falta de concordancia es más acusada. Muchos ciudadanos no dudarían en calificar a Ignacio Ramonet de intelectual debido a su labor periodística e ideológica de reconocido impacto e influencia en sectores progresistas; otros, debido precisamente a esa orientación ideológica, rechazarían el aplicarle tal calificativo sin dudarlo.
No existen, por tanto, criterios absolutamente objetivos para identificar como intelectual a nadie. Se trata de una palabra cuyo significado está matizado por percepciones sociales, lo que la convierte en inestable e imprecisa.
Un tema controvertido es el de si un intelectual debe entenderse como un personaje esencialmente crítico, al estilo de Octave Mirbeau, Jean-Paul Sartre, Noam Chomsky o de Edward Said, o bien se trata de un concepto que abarca una mayor amplitud de actividad. Sea como fuere, parece que la tendencia a la crítica y a la adopción de puntos de vista fuertemente normativos resulta consustancial al intelectual: un elemento común a todos los intelectuales es que su pensamiento trata de producir efectos en el mundo. En este sentido, pensar de ese modo, pensar activamente, intervenir mediante la reflexividad, exige replantear, ver las cosas desde otro punto de vista, contribuir a legitimar o deslegitimar ciertas prácticas e instituciones y, en definitiva, poner en cuestión el discurso y el mundo que viene dado.

Aportado por tritritri18

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