Tomado de: Apoyo para Primaria. Recursos para primaria
¿Qué significa evaluar?
La evaluación es un proceso integral y
sistemático a través del cual se recopila información de manera metódica y
rigurosa, para conocer, analizar y juzgar el valor de un objeto educativo
determinado:
- Los aprendizajes de los alumnos.
- Los aprendizajes de los alumnos.
- El desempeño de los docentes.
- El grado de dominio del currículo y
sus características.
- Los programas educativos del orden
estatal y federal.
- La gestión de las instituciones.
Todo esto con base en lineamientos definidos que fundamentan la toma de decisiones orientadas a ayudar, mejorar y ajustar la acción educativa.
(Ruiz, 1996; Hopkins, 1998; JCSEE, 2003; Worthen,
Sanders y Fitzpatrick, 1997).
El Plan de estudios 2011, define la
evaluación de los aprendizajes de los alumnos como “el proceso que permite
obtener evidencias, elaborar juicios y brindar retroalimentación sobre los
logros de aprendizaje de los alumnos a lo largo de su formación; por tanto, es
parte constitutiva de la enseñanza y del aprendizaje” (SEP, 2011:22).
La medición
Se define como la asignación de un
valor numérico a conocimientos, habilidades, valores o actitudes, logrados por
los alumnos durante un periodo de corte, particularmente en primaria y
secundaria. A partir de esta definición, si se aplica una prueba a los alumnos
con la intención de medir lo que aprendieron en Español durante el primer bimestre,
muchas veces se piensa que con esta acción se está evaluando; sin embargo, sólo
se mide el aprendizaje, es decir, sólo se obtiene un puntaje.
Para evaluar no sólo se requiere contar con una evidencia numérica, además se necesita comparar ese puntaje con elementos de referencia que se establecen previamente para conocer el desempeño de los alumnos. En el caso de Español, como en el resto de las asignaturas de primaria y secundaria, los aprendizajes esperados constituyen dicho referente.
Para evaluar no sólo se requiere contar con una evidencia numérica, además se necesita comparar ese puntaje con elementos de referencia que se establecen previamente para conocer el desempeño de los alumnos. En el caso de Español, como en el resto de las asignaturas de primaria y secundaria, los aprendizajes esperados constituyen dicho referente.
La estimación
Los resultados de la medición permiten
realizar estimaciones. Estimar es la acción concreta de emitir un juicio de lo
que ha aprendido un alumno, con base en evidencias cualitativas y
cuantitativas, cuando sea el caso. Una forma de estimación en el ámbito escolar
es la calificación.
La calificación
Calificar se refiere sólo a la
expresión cualitativa del nivel de desempeño:
A: destacado
B: satisfactorio
C: suficiente
D: insuficiente
o cuantitativa, como la escala numérica
(10, 9, 8, 7, 6, 5) del juicio de valor que emita el docente acerca del logro
de los aprendizajes esperados de los alumnos. En este juicio de valor se suele
expresar el grado de suficiencia o insuficiencia de los aprendizajes esperados.
Cuando se evalúa, no basta con establecer una calificación sino tomar decisiones sobre estas estimaciones. Las decisiones se refieren a la retroalimentación que debe darse a los alumnos, a la mejora o adecuación de la práctica docente y, en consecuencia, a la creación de oportunidades de aprendizaje que les permita a los alumnos aprender más y mejor. En el Plan de estudios 2011 se establece que los juicios acerca de los aprendizajes logrados durante el proceso de evaluación deben buscar que los alumnos, docentes, madres y padres de familia o tutores, autoridades escolares y educativas, en sus distintos niveles, tomen decisiones que permitan mejorar el desempeño de los alumnos (SEP, 2011).
La acreditación
Consiste en tomar la decisión respecto
a la pertinencia de que un alumno acceda al grado escolar o nivel educativo
siguiente o termine la Educación Básica, en función de las evidencias
cualitativas y cuantitativas que se tienen sobre el logro de los aprendizajes
esperados de cada alumno.
En síntesis, la evaluación no se limita ni reduce a alguno de los conceptos previamente descritos sino, al contrario, los incorpora de alguna otra forma como acciones indispensables que integran el proceso.
En la Educación Básica, el docente es el encargado de la evaluación de los aprendizajes de los alumnos, por lo que debe recolectar evidencias, medir los aprendizajes en el aula, calificar y tomar decisiones que permitan mejorar el desempeño de los alumnos para dar seguimiento a su aprendizaje, crear oportunidades de mejora y hacer modificaciones en su práctica docente para lograr los aprendizajes establecidos en los programas de estudio.
La evaluación
desde el enfoque formativo además
de tener como propósito contribuir a la mejora del
aprendizaje, regula el proceso
de enseñanza y de aprendizaje, principalmente para adaptar o ajustar las
condiciones pedagógicas (estrategias, actividades, planificaciones) en función
de las necesidades de los alumnos.
Desde este
enfoque, la evaluación favorece el seguimiento al desarrollo del aprendizaje de
los alumnos como resultado de la experiencia, la enseñanza o la observación.
Por tanto, la evaluación formativa constituye un proceso en continuo cambio,
producto de las acciones de los alumnos y de las propuestas pedagógicas que
promueva el docente. (Díaz
Barriga y Hernández, 2002).
De ahí que sea importante entender qué ocurre en el proceso e identificar la necesidad de nuevas oportunidades de aprendizaje. De esta manera, el proceso es más importante que el resultado y éste se convierte en un elemento de reflexión para la mejora.
De acuerdo
con estas consideraciones, la evaluación para la mejora de la calidad educativa
es fundamental por dos razones:
a) proporciona información que no se había previsto
para ayudar a mejorar.
b) provee información para ser comunicada a las
diversas partes o audiencias interesadas (alumnos, madres y padres de familia,
tutores y autoridades escolares).
En
consecuencia, la evaluación desde el enfoque formativo responde a dos funciones:
- La primera es de
carácter pedagógico no
acreditativo.
- La segunda, social acreditativo.
(Vizcarro, 1998; Coll y
Onrubia, 1999; Díaz Barriga y Hernández, 2002).
Funciones de la
evaluación
La función
pedagógica de la evaluación permite
identificar las necesidades del grupo de alumnos con que trabaje cada docente,
mediante la reflexión y mejora de la enseñanza y del aprendizaje.
También es útil para orientar el desempeño docente y seleccionar el tipo de actividades de aprendizaje que respondan a las necesidades de los alumnos. Sin esta función pedagógica no se podrían realizar los ajustes necesarios para el logro de los aprendizajes esperados, ni saber si se han logrado los aprendizajes de un campo formativo o de una asignatura, a lo largo del ciclo escolar o al final del nivel educativo.
También es útil para orientar el desempeño docente y seleccionar el tipo de actividades de aprendizaje que respondan a las necesidades de los alumnos. Sin esta función pedagógica no se podrían realizar los ajustes necesarios para el logro de los aprendizajes esperados, ni saber si se han logrado los aprendizajes de un campo formativo o de una asignatura, a lo largo del ciclo escolar o al final del nivel educativo.
La función
social de la evaluación está
relacionada con la creación de oportunidades para seguir aprendiendo y la
comunicación de los resultados al final de un periodo de corte, también implica
analizar los resultados obtenidos para hacer ajustes en la práctica del
siguiente periodo.
Esto es, las evidencias obtenidas del seguimiento al progreso del aprendizaje de los alumnos, así como los juicios que se emitan de éste, serán insumos para la toma de decisiones respecto al mejoramiento de los aprendizajes de los alumnos.
Esto es, las evidencias obtenidas del seguimiento al progreso del aprendizaje de los alumnos, así como los juicios que se emitan de éste, serán insumos para la toma de decisiones respecto al mejoramiento de los aprendizajes de los alumnos.
Desde este
enfoque, una calificación y
una descripción sin propuesta de mejora son insuficientes e inapropiadas para
mejorar el proceso de enseñanza y de aprendizaje (SEP, 2011).
Momentos y
tipos de la evaluación.
Tradicionalmente se señalan tres momentos de evaluación: inicial, de proceso y final. Estos momentos coindicen con los tipos de evaluación: diagnóstica, formativa y sumativa o sumaria. (Scriven, 1967; Díaz Barriga y Hernández, 2002; Nirenberg, Brawerman y Ruiz, 2003).
La
evaluación diagnóstica se realiza
de manera previa al desarrollo de un proceso educativo, cualquiera que sea, con
la intención de explorar los conocimientos que ya poseen los alumnos.
Este tipo de
evaluación es considerado por muchos teóricos como parte de la evaluación
formativa, dado que su objetivo es establecer una línea base de aprendizajes
comunes para diseñar las estrategias de intervención docente; por ello, la evaluación diagnóstica puede
realizarse al inicio del ciclo escolar o de una situación o secuencia
didáctica.
La evaluación formativa se realiza para valorar el avance en los
aprendizajes y mejorar la enseñanza y el aprendizaje. Su función es mejorar una
intervención en un momento determinado, y en concreto, permite valorar si la
planificación se está realizando de acuerdo con lo planeado.
Las modalidades de evaluación formativa que se emplean para
regular el proceso de enseñanza y de aprendizaje son:
- Interactiva.
- Retroactiva.
- Proactiva.
Regulación
interactiva.
Son las
evaluaciones que ocurren completamente integradas al proceso de enseñanza. La
regulación suele ser inmediata gracias a los intercambios frecuentes y
sistemáticos entre el docente y los alumnos, a propósito de una actividad o
tarea realizada en el aula.
En estos
casos, el docente utiliza la observación, el diálogo y la interpretación de lo
que hacen y dicen sus alumnos, para decidir qué apoyos necesita para hacer el
seguimiento de los aprendizajes de los alumnos.
Regulación
retroactiva.
Son las
evaluaciones que permiten crear oportunidades de aprendizaje después de
realizar una medición puntual al término de una situación o secuencia
didáctica; de esta forma, permiten reforzar lo que no se ha aprendido de manera
apropiada.
Existen
varias opciones para desarrollar este tipo de regulaciones:
a) explicar
los resultados o argumentos de las actividades realizadas con el grupo de
alumnos.
b) realizar el proceso de forma sencilla.
b) realizar el proceso de forma sencilla.
c) agrupar a
los alumnos por el tipo de apoyo que requieren para que elaboren ejercicios de
manera diferenciada.
Regulación proactiva.
Regulación proactiva.
Son las
evaluaciones que ayudan a hacer adaptaciones relacionadas con lo que se
aprenderá en un futuro cercano.
En el caso
de los alumnos que lograron los aprendizajes propuestos, se pueden programar
actividades para ampliar lo que aprendieron, y para los alumnos que no lograron
todos los aprendizajes se proponen actividades con menor grado de dificultad.
La
regulación interactiva constituye la modalidad por excelencia de la evaluación
formativa, mientras que la proactiva y la retroactiva son alternativas para que
puedan utilizarse cuando la primera no ha funcionado por diversos factores. (Díaz Barriga y Hernández, 2002).
Por otra
parte, la evaluación sumativa promueve que se obtenga un juicio global del
grado de avance en el logro de los aprendizajes esperados de cada alumno, al
concluir una secuencia didáctica o una situación didáctica.
Para el caso
de primaria y secundaria, también permite tomar decisiones relacionadas con la
acreditación al final de un periodo de enseñanza o ciclo escolar, no así en el
nivel de preescolar, donde la acreditación se obtendrá sólo por el hecho de
haberlo cursado.
Asimismo, la
evaluación sumativa se basa en la recolección de información acerca de los
resultados de los alumnos, así como de los procesos, las estrategias y las
actividades que ha utilizado el docente y le han permitido llegar a dichos
resultados.
En relación
con los tres momentos de la evaluación, éstos son fundamentales para tomar
decisiones respecto al desarrollo de la planificación en un aula en particular,
por ello, es necesario evaluar durante todo el ciclo escolar.
En general,
la evaluación inicial ocurre cuando comienza un ciclo escolar y en las primeras
etapas del desarrollo de un periodo o bloque, y la final en las últimas etapas,
mientras que la evaluación de proceso hace posible el aprendizaje.
Generalmente, la evaluación final suele tener más atención por parte de los docentes que la del proceso. Si lo anterior ocurre, el docente no se centraría en la evaluación de los aprendizajes de los alumnos desde el enfoque formativo, por lo que al no aplicar adecuadamente estas evaluaciones, se puede detener el proceso de aprendizaje de varias maneras; por ejemplo:
- Si los exámenes y las tareas que se evalúan no comunican lo que
es importante aprender o no se enfocan en los aprendizajes esperados, los
alumnos no podrán mejorar sus aprendizajes.
- La asignación de calificaciones como premio o castigo puede
terminar con la motivación de los alumnos por aprender.
- Si los alumnos perciben la obtención de una calificación como un
logro fuera de su alcance, puede aminorar su esfuerzo y aumentar los
distractores en el aprendizaje.
- Las prácticas de evaluación en las que se aplican premios o
castigos pueden reducir la colaboración entre los alumnos o la motivación por
aprender de los demás.
El éxito de la evaluación es que los docentes mejoren el proceso
de enseñanza y de aprendizaje, en el cual las evaluaciones finales se utilicen
como momentos importantes de logro. Por tanto, se apega más a la realidad de
las aulas el fomentar la evaluación con el único fin de mejorar el proceso de
enseñanza y de aprendizaje.
Desde el enfoque formativo, la evaluación debe centrarse en los
aprendizajes para dar seguimiento al progreso de cada alumno y ofrecerle
oportunidades para lograrlos; hacer hincapié en que ellos asuman la
responsabilidad de reflexionar su propio progreso en el aprendizaje; mejorar la
práctica docente, y proporcionar información para la acreditación, la promoción
y la certificación de estudios.
REFERENCIAS:
No hay comentarios:
Publicar un comentario